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viernes, 26 de septiembre de 2008

Cuarenta días por la Vida - Día 34


Día 34: 21-Sep-08

"La obediencia a Dios en la castidad es lo que libera nuestro ser para amar… ¡con plenitud!"


MARLENE GILLETE IBERN
Queridos amigos,
En las dos últimas décadas, se ha hecho cada vez más claro el vínculo entre el aborto y la eutanasia. Tanto el aborto como la eutanasia ponen fin a la vida humana. Ambos están condenados por antiguos códigos médicos, morales y legales. Ambos introducen en la legislación moderna el principio de matar directamente a un inocente para resolver un problema. Y con ello ponen a los países a la par con la antigua Asiria, a la que la Biblia llama "un pueblo cruel que no tiene respeto por el anciano ni compasión por el niño". (Deut. 28:50)

Esto explica el porqué muchos proabortistas apasionados son también, casi siempre, pro-eutanasia.
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Vida Humana Internacional - sobre la Eutanasia

Al respecto de este tema, nos ha llegado de Colombia una serie de reflexiones enviadas al Senado y firmadas por Ramón Lucas Lucas, catedrático de bioética en la Universidad Europea de Roma y miembro del Observatorio de bioética de la Universidad Católica de Colombia, Carlos Eduardo Corsi Otálora, Presidente Laicos por Colombia y Andrés Forero Medina, Director Ejecutivo Laicos por Colombia. Estas reflexiones son de gran actualidad y por supuesto, aplicables a todos nuestros países por igual. El texto es el siguiente:

REFLEXIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL PARTICIPATIVA PARA LA COMISION PRIMERA DEL SENADO - SEPTIEMBRE 16 DE 2008
LA REGULACION DE LOS CUIDADOS PALIATIVOS CONTRA LA EUTANASIA Y EL ENCARNIZAMIENTO TERAPEUTICO LOS DERECHOS Y LA VIDA DE LAS PERSONAS NO SON CONSENSUADOS SINO QUE SE TIENEN Y DEFIENDEN POR LA SOCIEDAD Y EL ESTADO PUES SON INVIOLABLES

La propuesta de legalización de la eutanasia que la Comisión Primera del Senado debe someter a la aprobación o rechazo el próximo martes 16 de septiembre de 2008 en el «Proyecto de Ley estatutaria 44 de 2008 Senado» por el cual se reglamentan las prácticas de la Eutanasia y la Asistencia al suicidio en Colombia, el servicio de cuidados paliativos y se dictan otras disposiciones, es proponer un asesinato legal y una contradicción jurídica: eliminar viejos inútiles, enfermos terminales y, en determinados casos, apropiarse de sus bienes. Aunque se enmascare con palabras bonitas: «muerte digna», «muerte dulce», «no sufrir», «respeto de la dignidad», es un verdadero crimen. No hay ninguna duda en el ámbito científico, moral, político ni religioso sobre el hecho de que cuando la medicina no puede proporcionar la curación, lo que tiene que hacer es aliviar el sufrimiento y el dolor de los pacientes, no suprimirlos. El remedio de una enfermedad no es matar al enfermo. Ni siquiera porque él lo pida.

El enfermo no desea la muerte, lo que desea es dejar de sufrir. Por eso se le pueden y se le deben administrar toda clase de paliativos del dolor. Incluso los que pueden indirectamente acelerarle la muerte, pero sin intención de matarle, como son aquellos que su acción primaria es analgésica y el efecto secundario no querido, es el acelerar la muerte; en cambio, la eliminación voluntaria y directa del enfermo es eutanasia.

Lo que sí es lícito, y además un deber ético y social, es evitar el encarnizamiento terapéutico, que se define como el uso de medios desproporcionados y ya inútiles para el enfermo. Es decir se pueden retirar o no dar al enfermo todos esos medios a él ya desproporcionados, inútiles y que prolongan su agonía más que ofrecerle elementos de mejora. Lo que nunca se puede hacer, por respeto a su dignidad de persona, es negarle o privarlo de los medios a él proporcionados según la situación y según el nivel sanitario del país en ese momento.

Por esto aceptar la eutanasia es un atentado mortal a la dignidad de la persona humana sobre la que se funda el Estado colombiano según lo expresa la letra y espíritu de la Constitución Política. Es siempre un crimen, también cuando se practica con fines piadosos y a solicitud del paciente.

La principal expresión del respeto de la dignidad de la persona, no es sólo el respeto de su autonomía (la decisión hecha por ella) sino el respeto del bien objetivo contenido en dicha decisión, o el evitar el mal objetivo contenido en la decisión. Para que esta decisión sea auténtica y digna de ser respetada por el médico y la sociedad, es necesario que no contradiga el bien primario del enfermo que es la vida. Eliminada la vida se pierden todos los valores.

La libertad está intrínsecamente unidad a la verdad, y no hay autentica libertad fuera de la verdad. Disociarlas es poner las premisas de comportamientos arbitrarios e inicuos. Por eso la eutanasia propuesta por el proyecto de ley que se debate en la Comisión Primera del Senado es la supresión de un ser humano, la eliminación del primer valor que tenemos: la vida, la violación del fundamental principio constitucional de nuestro país: la dignidad de la persona humana. Nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente sea anciano, enfermo incurable o agonizante. Ninguna autoridad puede imponerlo o permitirlo. Se trata de una violación a la dignidad de la persona humana, de un crimen contra la vida, de un atentado contra la humanidad. Los derechos fundamentales no se consensúan, ni se conquistan: se tienen y se defienden. La vida es un don y, si se quiere, el derecho fundamental, que jamás puede estar sujeto a el consenso de la decisión de una mayoría parlamentaria. Un Estado democrático y social tiene el deber de proteger a los más pobres e indigentes, como son los discapacitados, los ancianos o los enfermos terminales. Cuando el Estado, en vez de proteger a los más débiles, da cobertura legal a su muerte, se transforma automáticamente en un Estado totalitario, los fundamentos de la convivencia se quiebran y surge una sociedad de la muerte, una auténtica «tanatocracia».

También cuando se practica por sentimiento de piedad, la eutanasia es violatoria de la dignidad de la persona humana. Monstruosa aparece la figura de un amor que mata, de una compasión que elimina a quien sufre, de una filantropía que se entiende como liberación de la vida de otro porque se ha convertido en un peso, de una compasión selectiva y eugenésica que no cura, sino que discrimina. El amor verdadero es siempre presencia, cercanía, apoyo; no es supresión, huída. La legalización de la eutanasia en Holanda ha creado un fuerte problema social porque se ha perdido la confianza en los hospitales y ha motivado que los ancianos no quieren ir al hospital ante el temor de que se les administre una inyección letal. Por eso se ha fundado una organización, la NPV, que tiene cerca de cien mil afiliados que llevan una tarjeta donde dice que el portador no quiere ser ingresado en un hospital.

El «Proyecto de ley estatutaria» del Senado de Colombia ampararía muchas otras barbaridades, no sólo éticas, sino económicas y sociales: por ejemplo, se podría comprar un automóvil con el dinero del seguro del enfermo al que se ha eutanasiado. Detrás del «para que no sufra» puede puede esconderse el «porque para mí es molesto; me da compasión; me lo quiero quitar de encima». Se daría también el caso de otros enfermos desesperados, porque aunque se ha hecho por ellos todo lo que es razonable hacer, piensan que se les aplica la eutanasia. Además empujaría a las políticas sociales hacia posturas extremas que violentan la conciencia de muchos colombianos. El derecho a la objeción de conciencia por parte de los médicos puede quedar así borrada de la normativa vigente a la hora de tomar la decisión sobre el final de la vida. El «Proyecto de ley estatutaria» no prevé para nada dicha objeción de conciencia y los médicos se verían penados si no se atienen a los mandatos gubernamentales, por tanto tiene claros vicios de inconstitucionalidad.


La muerte digna no es matar al enfermo sino ayudarle en ese momento. Los enfermos necesitan verse bien tratados, estimados, acompañados. Nunca se ha visto un paciente, en situación terminal, que no se agarre a la vida con todas sus ganas. Sus ojos no han mirado nunca con desdén hacia el trabajo terapéutico y de acompañamiento. El enfermo necesita, además y sobre todo apoyo con motivación en su dolor. La aceptación del dolor es una actitud madura frente a una enfermedad que no se puede superar, o a una muerte que viene inexorablemente al encuentro. También quien sufre de este modo puede realizarse a sí mismo y vivir la propia dignidad de persona. Los sacrificios motivados se hacen con gusto. Donde se ama no se sufre y si se sufre se ama el sufrimiento que el amor procura. Por eso en varios países del mundo se ha acogido el documento de un «modelo de testamento vital» que, entre otras cosas, dice: «El que suscribe pide que no se le practique la eutanasia activa, ni se le prolongue irracionalmente el momento de morir, sino que en caso de muerte desea la compañía de sus seres queridos».

Los miembros de sociedad civil colombiana, las ciudadanas y ciudadanos, los jóvenes, niños y niñas, ancianos y ancianas, enfermos y saludables, pedimos que el Senado de la República y ustedes que son miembros elegidos por nuestro voto, desechen este proyecto destructor de la vida y la convivencia, y promuevan realmente unas condiciones dignas para que la vida sea vivida para ser acogida en nuestra sociedad Colombiana.

FIRMAS CIUDADANAS:
Ramón Lucas Lucas - Catedrático de bioética en la Universidad Europea de Roma y Miembro del Observatorio de bioética de la Universidad Católica de Colombia Carlos Eduado Corsi Otálora - Presidente Laicos por ColombiaAndrés Forero Medina – Director Ejecutivo Laicos por Colombia

Lamentablemente, las reglas sobre la eutanasia fueron aprobadas en el primer debate en el senado de Colombia por 11 votos contra 3.

En un comunicado emitido el día de ayer con el título "No matarás", el cardenal Pedro Rubiano Sáenz, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia expresó su desacuerdo con el Proyecto de Ley, afirmando que la terminación intencional de la vida por otra persona, así sea un tercero cualificado, constituye siempre un asesinato, pues ni el personal médico, ni los familiares pueden tomar la decisión de provocar la muerte de una persona. El derecho a la vida –dijo- debe ser proclamado y salvaguardado con mayor valentía cuando se trata de los más débiles, como las personas que se encuentran en estado vegetativo, los minusválidos o los niños recién nacidos o que se encuentran en la fase prenatal y que sufren malformaciones.

Recordemos siempre que si la ley admite que una vida en gestación puede ser suprimida, nada habrá que impida pensar que otras vidas también pueden ser suprimidas. Si se admite que se puede suprimir la vida de un adulto que lo solicite, nada habrá que impida pensar que también puede suprimirse la vida de adolescentes, niños, o aún de recién nacidos.

Si alguien piensa que esto es exageración, pues veamos el caso de Holanda, donde un centro médico ha sido autorizado por el poder judicial de ese país para practicar la eutanasia en niños pequeños que padezcan enfermedades incurables.
Esta es la información:

El 30 de agosto la Justicia de ese país permitió al Hospital Universitario de Groningen inducir la muerte a menores de doce años, incluidos los recién nacidos, cuando padezcan una enfermedad incurable y un sufrimiento insoportable. La práctica de la eutanasia ya está regulada en el país por la ley de abril de 2002. Ofrecemos una entrevista con Gonzalo Miranda y la declaración institucional de la FIAMC (Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas).

Entrevista con Gonzalo Miranda. Dar muerte a niños con criterios selectivos: así se traduce, según Gonzalo Miranda, decano de la Facultad de Bioética del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (de Roma), la decisión de Holanda de permitir la eutanasia de niños.

«Desgraciadamente todas las preocupaciones surgidas respecto a la legislación holandesa sobre la eutanasia se están verificando trágicamente», reconoce en esta entrevista concedida a Zenit el padre Miranda, L.C, quien ha representado a la Iglesia católica en el Comité Internacional de Bioética de la UNESCO encargado de redactar una Declaración sobre Normas Universales de Bioética.--
¿A qué se refiere? -- Esta medida que permite la aplicación de la eutanasia a todos los nacidos es una demostración de que la famosa teoría de la «pendiente resbaladiza» era correcta. Una vez que se establece el principio según el cual se puede matar a un ser humano porque sufre, entonces lógicamente se extiende a todos los que sufren. Si se mata a un ser humano que lo pide, se puede aplicar a todos los seres humanos que lo piden, aunque no sufran. Cuando se comenzó a discutir de eutanasia en Holanda y en otros países, muchos señalaron el peligro de deslizarse hacia lo peor, y los defensores de la medida dijeron que no ocurriría, y en cambio... muchos arrancaron en 1993 con la despenalización de la eutanasia, y a continuación salió la ley que se extendió a los niños de 12 años en adelante. Pese a la oposición de la opinión pública, a sólo dos años de aquella ley estamos ya ante la aplicación a todos los nacidos sin ningún tipo de consentimiento informado por parte del interesado. Querría subrayar que se trata del homicidio voluntario de un ser humano que no se puede pronunciar. Homicidio voluntario de un ser humano que no puede decir qué piensa. --El Papa Juan Pablo II ha intervenido frecuentemente para poner en guardia a la comunidad internacional de los peligros de la «cultura de la muerte».
¿Qué «cultura» es esa? -- No se trata de decir que nuestra sociedad está sedienta de sangre y muerte; no es esto; más bien es una cultura en la que la muerte se ve como la solución para problemas que no sabemos tratar de otro modo.

Problemas que no sabemos tratar porque hemos perdido la generosidad, la capacidad de acompañar a quien sufre. En este caso es evidente: se da la muerte como solución a los niños que sufren. La alternativa sería la de acompañar a estos niños, ayudarles a no sufrir y esto cuesta, tanto económica como emocionalmente. --
¿Pero el sufrimiento extremo puede llevar a las personas a pedir la muerte? -- Una cosa es decir, en momentos de desesperación, que uno desea la muerte, y esto es un sentimiento humano. Otra cosa es decidir dar muerte.
¿Quién puede decidir que tu vida no vale la pena vivirla, que lo mejor que se puede hacer es que mueras? Aquí no se trata de una invocación de la muerte, sino del homicidio voluntario del otro. El deseo emotivo, psicológico, de la muerte lo encontramos incluso en la Sagrada Escritura. Jeremías y Job, turbados por el sufrimiento, maldicen el día de su propio nacimiento. «¡Oh, que no me haya hecho morir desde el vientre, y hubiese sido mi madre mi sepultura (...)! ¿Para qué haber nacido del seno, a ver pena y aflicción, y a consumirse en la vergüenza mis días?» (Jr 20,14-18)Y también: «¿Para qué dar la luz a un desdichado, la vida a los que tienen amargada el alma, a los que ansían la muerte que no llega y excavan en su búsqueda más que por un tesoro, a los que se alegran ante el túmulo (...)?» (Jb 3,20-22)Se trata de un sentimiento humano que puede tener cualquiera. Mientras que aquí es Caín quien decide el asesinato del hermano. Ahora el médico, junto a los padres, podría decidir eliminar a los niños que, según aquellos, no deben vivir. --
Varios artículos de prensa recogen las declaraciones de un médico holandés que sostiene que se trata de un procedimiento que se aplicará con mucho rigor.
¿Qué opina? -- El tema es muy peligroso porque se trata de un rigor técnico, no de un rigor moral. Significa aplicar procedimientos técnicos rigurosos. También los nazis procedían a practicar la eutanasia con extremo rigor.

A principio de los noventa me invitaron a una reunión mundial de neurocirujanos para discutir qué hacer cuando nace un niño con una enfermedad que se llama «mielomelingocele», una afección neurológica muy grave. Del debate surgieron dos posturas contrapuestas. Por un lado, un médico israelí que intervenía quirúrgicamente a niños con resultados excelentes. Los pacientes tenían que recibir seguimiento en el tiempo, pero llevaban una vida más bien normal. Por otro lado, un médico holandés que explicó cómo, en la clínica donde trabajaba, los niños afectados por esta enfermedad eran eliminados con la administración de una sustancia letal. Sólo después de oír una ponencia sobre qué es la persona humana, este último médico confesó que tal vez había que poner en discusión tal práctica. Frente a la misma enfermedad, algunos médicos intervenían quirúrgicamente y otros en cambio optaban por la muerte, que ahora es también legal. El aspecto más espeluznante de esta historia es ver con qué superficialidad y banalidad se decide matar a los niños. --
Desde un punto de vista civil y moral, ¿cómo se puede valorar esta decisión de la magistratura holandesa? -- Se están comportando como se hacía en Esparta, matando a los niños con criterios selectivos. Las batallas llevadas a cabo durante siglos sobre la reivindicación de los derechos humanos parecen anuladas frente a estas decisiones. Estamos ante la negación del pensamiento judeocristiano. En la tradición del pensamiento occidental, una persona tiene un valor intrínseco por el simple hecho de ser un ser humano. La Declaración de los Derechos de Hombre sostiene en el artículo 2 que los derechos se aplican a todos sin distinción alguna ni condición de ningún tipo; aquí, sin embargo, el ser humano «vale» según sus condiciones físicas y psíquicas. En el momento en que se considera que por sus condiciones «no vale», entonces es eliminado; en suma, cualquiera decide matarle.

--Se habla de una reaparición de la mentalidad eugenésica... -- Esta mentalidad eugenésica ya está aplicada con la práctica del aborto. Si hubiera habido un diagnóstico que hubiera descubierto la enfermedad durante el embarazo, probablemente el niño nunca habría nacido. Como ha escapado a ese control entonces se practica la eutanasia después del nacimiento. Se trata de una práctica con la que son eliminados los seres humanos considerados «no válidos». Exactamente una práctica eugenésica de eliminación de lo que algunos valoran como «defectuoso».
--El diario romano «La Repubblica» (31 de agosto de 2004) sostiene que la situación holandesa es «distinta de la eugenesia nazista» porque «los médicos hitlerianos suprimían a la fuerza con inyecciones letales a niños sanos porque eran judíos o gitanos...». -- Lamentablemente el artículo publicado por «La Repubblica» ofrece informaciones erróneas. También en Holanda se suprimen niños con inyecciones letales. Además el autor del artículo tal vez no sabe que el programa de eutanasia de Hitler estaba rigurosamente reservado a los alemanes, y sólo más tarde fue extendido a las otras etnias. El programa nazista se orientaba a los niños nacidos con enfermedades que, según su punto de vista, amenazaban la integridad física. El primer caso de eutanasia fue practicado en un niño que tenía labio leporino. Ocurrió a petición de los padres, quienes temiendo que tuviera una vida infeliz pidieron ayuda a los médicos del régimen hitleriano, que aconsejaron la eutanasia.

Por otro lado, la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas publicó un comunicado en respuesta a la decisión de permitir la eutanasia en niños menores de doce años. En este comunicado se afirma que en la sociedad holandesa la eutanasia en adultos se ha realizado legalmente incluso en personas con depresión, lo que ha sido documentado en estudios oficiales; además, existe ya una ilegal pero tolerada eutanasia llevada a cabo en pacientes que no han dado su consentimiento para ello. Lo que es aún peor, dicen, es que se abre la puerta para matar por "piedad" a deficientes mentales sin su consentimiento, con razones basadas en una apreciación externa de su calidad de vida.

Recordemos, pues, finalmente, que es Dios quien tiene la última palabra sobre la muerte. La eutanasia es la forma en que el hombre trata de usurpar esa autoridad de Dios.

"No es el hombre Señor del viento, capaz de dominarlo; ni es dueño del día de la muerte." Eclesiastés 8:8
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Reflexión
Si los países ricos permiten el aborto o la eutanasia… son los más pobres; necesitan que recemos por ellos, porque han legalizado el homicidio.

Intención del día
Oremos por todos nosotros para que el Señor nos conceda la gracia de ser sus testigos y trabajar por extender su Reino de Paz, de Vida y de Amor.
--
Oración Ecuménica y material adicional en:
http://40dporlavidaperu.blogspot.com/2008/08/oracion-ecumenica-por-la-vida.html


ORACION POR LA VIDA
Oh María, aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira Madre el número inmenso de niños a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertosa causa de la indiferencia ode una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu hijo sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir,junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida.
Amén
Juan Pablo II
CEPROFARENA Tel. 2426130http://www.ceprofarena.blogpspot.com/

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